Los Yungas, la carretera más peligrosa del mundo
Estoy seguro de que todos conoceréis carreteras con un alto grado de peligrosidad. Puede deberse a un variado número de causas: bien son estrechas, están mal pavimentadas, sortean terrenos muy escarpados o cuentan con frecuente meteorología adversa. Si juntamos todos esos atributos y los elevamos a la enésima potencia obtenemos la Carretera de los Yungas, con toda probabilidad la ruta más peligrosa del planeta.
Ubicada en Bolivia, une los altiplanos en los que está la capital del país (La Paz) con la región de Los Yungas, en la selva. Cubre unos 65 kilómetros y supera un desnivel de nada menos que 3.600 metros, partiendo desde los 4.300 metros de altura a los que se encuentra La Paz. El pavimento es tierra y gravilla y la anchura de la vía no excede unos míseros 3.2 metros, aunque existen apartaderos. La niebla y la lluvia son muy frecuentes, y a uno de los lados hay precipicios de hasta 800 metros de caída libre.
En tiempos era la única vía de comunicación entre las dos regiones, ello significaba que había un enorme tráfico de personas y mecancías en ambos sentidos, fundamentalmente camiones y autobuses pesados, que debían hacer maniobras imposibles de encontrarse a alguien en el camino. A la vista de las imágenes y sabiendo que en ningún tramo se instalaron guardarraíles mis palabras sobran para hacerse una idea de su peligrosidad y la pericia que debían tener los camioneros que la acometían.
El elevado número de accidentes ocurrridos ha hecho correr la leyenda de que espíritus malignos de la selva (y de los prisioneros de guerra que la construyeron) llevan a los conductores a precipitarse al vacío. Cada año morían en la carretera alrededor de 100-200 personas, y rara era la semana en la que no ocurrían accidentes. Uso el pasado ya que en 2006 se inauguró la nueva carretera de los Yungas, asfaltada y con dos carriles bien anchos. La antigua ruta se sigue usando, aunque en mucha menor medida.
En Bolivia se conduce por la derecha, pero en la carretera de los Yungas los que descienden van por la izquierda, y deben ceder el paso a los que ascienden. La razón es que de esta manera los conductores pueden ver mejor por donde va pisando su vehículo. Los que ascienden van pegados a la pared y tienen preferencia sobre los que bajan. Suelen ir cargados hacia la capital y parar es mucho más costoso para ellos, en las grandes alturas se reduce considerablemente la potencia de los motores.
Al haber menos oxígeno los motores tienen problemas para quemar el combustible, aunque no es el caso no hay apenas motores de automóvil que funcionen a 6.000 metros de altura. Para evitar problemas se impusieron horarios de subida y bajada de la carretera, por las mañanas sólo se puede ir hacia la región de los Yungas y por sólo hacia La Paz. Desde los años 90 la carretera se ha convertido en un destino favorito para los amantes de los deportes de riesgo, especialmente el descenso en bici de montaña.
Algunos locales incluso arriesgan sus vidas para recoger elementos mecánicos de los vehículos caídos por el precipicio y posteriormente venderlos como chatarra. Ello levanta algunas heridas del pasado, como el autobús que cayó por el barranco en 1983 matando a sus 100 ocupantes, en el peor accidente viario de la historia del país sudamericano. A continuación os dejamos algunas imágenes adicionales de esta estremecedora experiencia boliviana.
Vía: Wikipedia, Lapanamericana, Oddee