MADRID.-Conducir, a pesar de que cada día es una tarea más difícil debido a la creciente complejidad del tráfico, llega a convertirse en un hábito. Y los hábitos, a su vez, crean rutinas y vicios que acaban complicando la tarea inicial.En el caso de la conducción hay malos hábitos que de forma inusitada acaban extendiéndose y siendo adoptados por la mayor parte de los automovilistas, que no son conscientes de que se trata de conductas erróneas y que pueden afectar a la seguridad vial propia y del resto de usuarios de la carretera.
Son los que hemos denominado como los vicios capitales del conductor español, prácticas muy extendidas que en unos casos pueden plantear serios problemas para la seguridad vial y que en otros tan sólo pueden conllevar una sanción para el inadvertido infractor, que se verá multado cuando pensaba que estaba conduciendo de forma totalmente correcta, ya que lleva haciéndolo así "toda la vida" y "hasta ahora nunca me ha sucedido nada". Se trata de cuestiones tan habituales como no poner el intermitente para indicar una maniobra, no respetar la distancia de seguridad entre vehículos, aminorar la marcha para mirar los accidentes, evitar el carril más lento, utilizar los stop como si fuesen cedas el paso, quedarse atrapado detrás de los camiones o circular con las luces de posición.
Siete conductas que cualquiera de ustedes puede ver todos los días en cualquier carretera española. Aunque algunos de estos vicios son universales, otros tienen un genuino sabor español.
Detenerse a mirar los accidentes
Es la dictadura del morbo. El triunfo del 'gore'. El regodeo en el dolor ajeno. Se trata de la incomprensible manía de muchos conductores por aminorar la marcha o, incluso, detenerse para echar un vistazo a cualquier cosa que tenga la apariencia de un accidente. Si, además, los daños hacen presagiar que pueda haber víctimas, mejor que mejor.
Y en caso de que el porrazo sea de los que hacen época, surge la tentación irrefrenable de hacer fotos del evento, cuando no de grabar la escena con el móvil o cualquier otro dispositivo. Como si a los afectados les gustase convertirse en protagonistas cinematográficos de semejante drama. Parece que el detente y ayuda, que imponen la ley y el sentido común, hayan dado paso al detente y disfruta. Lo lamentable es que muchos conductores no modifican este hábito ni cuando hay niños a bordo. Una actitud muy poco edificante y nada recomendable para la estabilidad mental de los pequeños. Lo grave es que estas conductas, aunque en España están especialmente ancladas, tampoco son ajenas a los países de nuestro entorno. De hecho, basta con darse una vuelta por Internet para comprobar la cantidad de vídeos colgados en la Red con escenas de accidentes más o menos graves, así como el regocijo que generan entre los cineastas ocasionales, sobre todo cuando el afectado es un amigo.
No respetar la distancia de seguridad
Casi todo el mundo reconoce que le resulta sorprendente que cuando se circula por carretera abierta se deje tan poca distancia entre coche y coche. Lo curioso es comprobar que incluso los sorprendidos conducen pegados al vehículo que les precede.
Lo recomendable es dejar un lapso de dos segundos entre coches, ya que un conductor necesita un mínimo de un segundo para reaccionar. Y a la distancia a la que habitualmente circulan los vehículos, eso significa que el accidente es inevitable. Esta cuestión del respeto de la distancia de seguridad, que puede parecer tan banal, denota la existencia de una grave laguna en el sistema de enseñanza de la conducción. De hecho, cuando se pregunta a los automovilistas qué distancia se debe dejar entre vehículos, casi nadie sabe dar una respuesta. Lo más fácil es aplicar la norma de los dos segundos. Como a 10 km/h se recorren 5,5 metros cada dos segundos, basta con multiplicar el indicador de decenas (6 para 60, 10 para 100 o 12 para 120) y dará los metros que deberían separarnos del coche precedente.
Para evitar trabajar con decimales, lo más fácil es dividir la velocidad por dos y redondear hacia arriba si fuese preciso. Es decir, 35 metros a 50 km/h, 60 a 100 y 70 a 120. En Francia está penalizado circular demasiado cerca del coche precedente y en España lo estará en un futuro no muy lejano.
Maniobrar sin utilizar el intermitente
Aseguran los estudiosos de este fenómeno que en el difícil y competitivo tráfico de hoy en día utilizar el intermitente para indicar que se va a realizar una maniobra equivale a dar pistas al enemigo. Y como todo el mundo sabe, en situaciones de conflicto siempre se debe aplicar la máxima de "al enemigo ni agua".
El resultado es que si un extraterrestre visitase España, llegaría a la conclusión de que aquí los coches se venden sin intermitentes, ya que nadie los utiliza. Si a esto se le une el hecho de que casi nadie respeta la distancia de seguridad, se deduce que los conductores españoles tienen muy buenos reflejos, porque en otros países esto podría acabar convertido en una sucesión interminable de choques en cadena. Lo más curiosos es que cuando se le pregunta a Pere Navarro, director general de Tráfico, por qué su departamento no hace nada para evitar esta situación siempre que por ahora la prioridad de la Dirección General de Tráfico (DGT) es luchar contra los excesos de velocidad y no contra cuestiones menores.
Una respuesta sorprendente viniendo de un responsable nacional de la seguridad vial. Sobre todo si se tiene en cuenta que en Francia, país en el que se inspira el modelo de permiso por puntos implantado en España, girar sin intermitente está penalizado con tres puntos como tres soles.
Evitar circular por el carril lento
Es el gran pecado de los conductores españoles: evitar como la peste el carril lento. Aquí todos los automovilistas tienen asumido que si uno se incorpora a una vía desdoblada hay que situarse inmediatamente en el carril central, si el número es impar, y a partir del segundo si el número es par y mayor de dos.
Eso sí, siempre que a este lado del horizonte no se divise ningún vehículo previsiblemente lento. En ese caso la costumbre exige que el automovilista se coloque inmediatamente en el carril izquierdo, incluso si su velocidad es inferior a la del supuesto vehículo lento. Si le parece una exageración no tiene más que salir a cualquier autovía o autopista en un festivo en que no esté limitada la circulación de camiones y verá cómo todos los coches se sitúan a la izquierda, incluso cuando el camión está a cerca de un kilómetro de distancia. El resultado es que siempre hay un automovilista lento que se acaba introduciendo en el flujo de adelantadores.
El problema se le plantea entonces a quien circula debidamente por el carril de la derecha y descubre que manteniéndose bastante por debajo de la velocidad máxima permitida, sigue avanzando más rápido que quienes, al parecer, le están adelantando. Es probable que usted se pregunte qué se ha de hacer en ese momento. La respuesta es que ni tan siquiera en la DGT serán capaces de responder su pregunta.
No distinguir entre parar y parar un poco
El juez interrogaba al acusado de causar un accidente con resultado de siniestro total para los dos vehículos afectados por un choque en un cruce con señal de STOP. "Pero entonces _-preguntó- ¿Vió usted la señal de STOP y paró el vehículo?". "Sí -respondió el acusado-. Lo paré un poquito." Mientras el abogado se tiraba de los pelos, al juez no le hicieron falta más preguntas para deducir que el acusado había cambiado a su propia conveniencia la señal de STOP por la de CEDA EL PASO. No le quedó más remedio que declararlo culpable de uno de los vicios más recurrentes de los conductores españoles. Sea en campo o ciudad; en un paso a nivel sobre la vía del tren o en la incorporación a una vía con aparente visibilidad, a los conductores les cuesta trabajo reducir la velocidad y pisar el freno para detener el vehículo y reanudar después la marcha.
Cuando hay que esperar a que pase un coche que tiene prioridad y circula sin prisa, la paciencia escasea más que los billetes de 500 euros. Y tiene su precio en forma de puntos del carné, un cheque doloroso a nombre de Pere Navarro, director general de Tráfico, Madrid y, lo más importante de todo, muchas vidas al año. A pesar de ser una de las señales más visibles, la omisión de los STOP convierte determinados tramos en siniestros puntos negros de las carreteras.
Circular con las luces de posición
Es otro pecado genuinamente español: utilizar mal las luces. Cuando no nos quedamos cortos nos pasamos. O bien circulamos con las luces de posición en lugar de las de cruce o si se encienden éstas últimas se activan también las antiniebla, las cuneteras y todo lo que luzca.
Se trata sin duda de otro problema de formación, similar a la incapacidad para evaluar las distancias entre vehículos o al hecho de evitar el carril lento. Si usted sale a carretera al amanecer o al atardecer verá como muchos vehículos circulan con las luces de posición. Sin duda más de uno está convencido de que hace un favor a los demás conductores, ya que evita deslumbrarlos. Otros, como es el caso de muchos taxistas, que lo hacen por ahorrar. Si ya pagamos el alumbrado público entre todos, para qué vamos a gastar más en luces extra. En realidad, el Código de la Circulación no deja duda de cuándo se deben usar las luces de posición: tan sólo cuando el vehículo está estacionado y con el objeto de hacerlo más visible, pero nunca con el automóvil en marcha.
Las luces auxiliares (antiniebla y cuneteras) tan sólo se pueden utilizar cuando la mala visibilidad así lo exija. Y en cuanto ésta mejora, deben ser apagadas. Quien no lo haga se expone a ser sancionado. Además, lo más probable es que todos sus amigos sepan ya que los antinieblas son de serie.
Quedarse atrapado detrás de los camiones
Es un fallo relativamente común entre conductores demasiado prudentes... y con pocos recursos técnicos. Circulan por el carril lento, se encuentran un camión, hay coches a la izquierda y poco a poco se van aproximando al vehículo pesado hasta quedarse casi pegados a su matrícula.
El problema es que una vez pegado al camión no hay espacio para acelerar, salirse de su estela e iniciar el adelantamiento. Además, el resto de los automovilistas supondrán, no siempre con razón, que se trata de un torpe, así que nadie querrá tenerlo delante para que estorbe. Además, hay un tipo de conductor que después de quedarse atrapado detrás de un camión evita por cualquier medio regresar al carril lento, aunque éste esté vacío.
Pero si el vehículo atrapado intenta iniciar el adelantamiento a la brava, corre el peligro de provocar un accidente o, cuando menos, de recibir un bocinazo y de oír alguna que otra palabra malsonante. El secreto con los camiones es no acercarse nunca demasiado, dejar un margen suficiente entre ambos vehículos, de forma que permita acelerar e insertarse entre los demás coches a una velocidad suficiente.
Sin embargo, esto no siempre es fácil, a primera vista da la impresión de que la zaga de los camiones está imantada y atraen irremediablemente hacia sí a cualquier vehículo que se acerque por ese lado.